martes, 21 de febrero de 2012
Fran (Cristian)
Hola:
Me llamo
Fran, tengo 31 años y soy ex presidiario. Me resulta muy difícil encontrar
trabajo dada mi condición, ahora mismo vivo en el albergue de San Vicente,
donde tengo algunos amigos. Actualmente me encuentro en paro y estoy en un
estado de depresión al ser rechazado por tantas empresas solo porque ponga que
soy ex presidiario.
Mi antiguo
trabajo tenía mucho que ver con la construcción, era el encargado de las grúas.
Pero todo
esto es posible que cambie, ayer llegaron al albergue unos estudiantes de la
universidad y nos prometieron que hoy íbamos a hacer una especia de examen y el
que mejor nota sacara ganaría una entrevista con una empresa de construcción.
El grupo
dice que va en una nube, y que se dedica a estudiar problemas que hay en los alrededores
de la universidad, e intentan solucionarlos, su primera acción fue la de venir
aquí al albergue a ayudar.
Parece que
la vida me da una segunda oportunidad, quizás esta noche no pueda dormir pero
estoy seguro de que mañana pondré todo mi empeño en hacerlo lo mejor posible y
gane esa entrevista.
Un final feliz (Cristina)
Por fin se ha acabado… qué clase tan pesada. Y encima tengo hambre. A ver si llego ya a casa y descanso y meriendo a gusto. Hoy ha sido un día largo y duro. Y qué mala suerte que la escuela de idiomas me pille tan lejos de casa, el autobús me hace perder mucho tiempo, ojalá tuviera coche propio.
Alejandra (A) está caminando por la calle cuando a lo lejos ve el autobús.
¡No puede ser! ¡El autobús acaba de parar! Y yo aún tengo que cruzar estas dichosas calles llenas de coches que, por supuesto, nunca paran por muchos pasos de peatones que pongan. Vamos, vamos… que se va y entonces tendré que esperar un buen rato hasta que llegue el siguiente.
La joven no llega a tiempo y el bus se marcha.
Definitivamente hoy no es mi día. Suerte que esta parada al menos tiene asientos.
Alejandra observa asombrada una especie de cortina colgada a modo de probador en la estructura de la parada del autobús.
¡Ala! ¿Pero qué han puesto aquí? Voy a ver qué hay dentro…
De pronto, antes de que a Alejandra le dé tiempo a asomarse a ese espacio, sale un joven (B) del interior muy sonriente.
- (B) ¡Hola! ¿Te gusta cómo me queda esta chaqueta?
¡Qué susto! ¿Y el loco este quién es? ¿Qué me dice ahora de si me gusta la chaqueta?
- (A) Pues… sí… supongo… no está mal…
- (B) ¡Gracias! Espera que me pruebe otra cosa y ahora me dices.
Madre mía donde me he metido… que yo sólo quería coger el autobús… A ver si viene alguien más a la parada que esto me da mala espina.
Entonces llegan un chico de unos 30 años (C) y una mujer de unos 50 (D) simultáneamente a la parada.
Menos mal, viene gente, así se lo dirá a ellos también.
Sale de nuevo el joven con otro atuendo.
- (B) ¡Buenas tardes! ¿Qué tal me queda este jersey con esta bufanda? ¿Consideran que es una buena combinación?
- (D) – ¡Anda! ¿Y esto qué es? ¡Qué chico tan simpático! Pues sí que te queda bien, me gusta mucho.
- (B) ¡Muchas gracias! Voy a probarme otra cosa
- (D) Oye guapa, ¿sabes qué es esto?
- (A) Ni idea, cuando he llegado ya estaba así y el chico me ha preguntado si me gustaba cómo le quedaba una chaqueta, parece que se está cambiando de ropa ahí dentro.
- (C) ¿Y para qué será? A ver con qué nos sorprende ahora.
- (B) ¡Mirad qué pantalones! ¿Les gustan?
- (Todos, simultáneamente y riendo) ¡Sí! ¡Son muy bonitos!
De pronto, llega el autobús.
Vaya, ya está aquí, se me ha pasado la espera volando. Qué situación más rara, pero la verdad es que ha estado bien, ha sido divertido. Y parece que me he animado un poco. Además, la mujer y el chico eran muy simpáticos.
Nubes: Drawing&Feeling everywhere (José Antonio)
“Se que no me conoces pero estás deseando conocerme”. Como si eso fuera una buena forma de entrar a una chica como yo –se decía Sarah, mientras cogía su iPod -. Con chicos así prefiero seguir soltera.
Sarah, como hacía todas las veces que quería estar sola y desconectar, iba en camino de Cap de l’Horta para tumbarte, escuchar música con su iPod, y ver las nubes. Ver las nubes flotando en un cielo, limpio, respirando el aire del mar.
¡Ya llegue! Ups… mejor me voy un poco más para allá –pensó Sarah, al ver un cúmulo de gente que no estaba en sus planes de escapar del mundo-. Vale, aquí ya estoy suficientemente lejos, está bastante bien –sonrió – espero que esto nunca deje de ser un lugar tranquilo.
Así, Sarah se tumbó, puso la lista de reproducción de Greenday. Aunque ella fue allí con intención de meterse en su propio mundo, no podía evitar mirar de reojo lo que hacía aquella gente.
Aquel chico parece majo. Y el que está a su lado no está nada mal. Ay… si es que tampoco soy tan exigente como dice Amelia… Oh –se paró Sarah- debe de estar bien eso de mirar el cielo todos debajo de un gran plástico transparente… y que otros vayan echando pinturas…
Sarah, volviendo a sus pensamientos, mira al cielo, imaginándose como si manchas de colores fueran ocupando su campo de visión, tomando formas, como cuando mira las nubes. Cierra los ojos. Piensa en su primer y único amor. Piensa en que es tiempo de volver a empezar, de no ser tan…
¡AA! –grito Sarah-, que se me hizo tarde! Y había quedado ya hace más de media hora!
Sarah mira donde antes estaban aquellos chicos. Se acerca (al ver que ya no había nadie). Miro cosas que habían quedado allí. Sonrió. Se fue, sin dejar de escuchar a Greenday.
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